“Aprender es… un acto de rebeldía contra todos los fatalismos y todos los aprisionamientos, es la afirmación de una libertad que permite a un ser desbordarse a sí mismo”.

Philippe Meirieu

Todos los días aprendemos cosas nuevas. No podemos ni debemos dejar de aprender. Muchas personas creen que al terminar una carrera universitaria ya no tendrán necesidad de volver a estudiar, sin embargo, no es así. Por lo contrario, cuanto más aprendemos más resta por saber.

Como buenos especialistas en Ciencias de la Información sabemos que los libros como las personas envejecen y sufren de diferentes dolencias. A veces sus hojas se ponen feas, se rompen, se honguean, y necesitan ser reparadas.

Podemos decir que un buen restaurador se ocupa de la “cirugía estética” del libro. Le devuelve todo aquello que el tiempo le quitó y le permite lucir como cuando fue creado.

La restauración de documentos es un proceso muy delicado, no se aprende de un día para otro, por eso necesita que las personas que les interesa esta especialidad continuamente lean y se capaciten. Este aprendizaje es una “rebeldía continua” ya que siempre queremos que los libros vuelvan a tener su aspecto original sin que la persona que lo lee se dé cuenta que el mismo fue restaurado, sino que piense que se encuentra muy bien conservado, y es así como lo logramos, cuando aprendemos más sobre tintas, papel, encuadernaciones, hilos, pegamentos y todo aquello que conforma ese dispositivo de lectura llamado libro, y el destinatario de nuestro trabajo no advierte nuestra intervención.

Los documentos son “enfermos” a los que hay que “diagnosticar” y para ello, previamente debemos estudiarlos, conocer su historia y la de su entorno. Sin estos datos no podemos ayudar a nuestro “paciente”. Pero con ellos podemos erradicar las causas del deterioro y aplicar tratamientos curativos que le devolverán un aspecto saludable.

En su “historia clínica” consignamos todos los síntomas de deterioro así como la influencia del entorno. Allí también quedará el testimonio de la intervención que hacemos, o sea, el tratamiento curativo que nos permitirá devolverlo a su espacio.

Cada obra llega a la clínica de restauración en condiciones diferentes y el restaurador debe dedicarle un tiempo considerable para solucionar su problema.

Los docentes de la Consultora advirtieron el interés de muchos colegas en la conservación y la preservación de los documentos a través de un programa de capacitación que fue bien recibido por todos aquellos que deseaban conocer un poco más de estos temas. Por ese motivo, decidieron diseñar un programa un poco más avanzado en el que se desarrollan diferentes temas relacionados con la restauración.

Esperamos que este programa sea interesante para los colegas que desean seguir aprendiendo a mantener nuestro legado documental.