Mejor seguimos como siempre

Siempre salimos de casa  vamos por el mismo camino, tomamos el mismo medio de locomoción para llegar al trabajo. Al llegar fichamos o firmamos según la modalidad del lugar y nos instalamos en nuestro sitio. Saludamos a los compañeros de trabajo e iniciamos la jornada laboral.

Somos rutinarios, hacemos las cosas de manera mecánica y creemos de manera segura. No nos vamos a equivocar si siempre lo hacemos igual.

Preferimos los escenarios controlados, ya que nos da miedo o inseguridad el quebrar la rutina. No sabemos cómo reaccionar, o como el otro reaccionará. Tenemos miedo de todo aquello que no dominamos y no nos convence volver a aprender algo diferente.

La creatividad es una habilidad más del ser humano, solo que a veces no la desarrolla, por temor, o simplemente porque la innovación obliga a un esfuerzo mayor por alcanzar esas metas que el propio individuo se impone.

Se necesita tener coraje para decidir trabajar y vivir de manera creativa. Eso ocurre porque muchas otras personas tratarán de sabotear nuestras iniciativas, ni siquiera porque tengan mejores ideas, sino simplemente, porque es mucho más sencillo continuar con la rutina que ya conocemos y sabemos que es medianamente efectiva.

Muchas personas tienen ideas que podríamos tildar de revolucionarias pero se abstienen de presentarlas o llevarlas a la práctica por temor de ser juzgados e incluso defenestrados profesionalmente. Son prudentes, conservadores, temerosos de que otros piensen que quieren destacar o crean que se consideran a sí mismos como mejores que los demás.

Nunca nos detenemos a pensar que el verdadero riesgo consiste en no innovar. Sabemos que los individuos que han destacado en la vida lo han hecho simplemente porque han dejado de lado sus temores e intentaron con más o menos suerte realizar proyectos que otros no se atrevieron a hacer. Así surgieron las grandes y pequeñas empresas, esas en las que deseamos trabajar, esas que solo seleccionan personas que no teman los cambios continuos y que sean capaces de expresar ideas, que saben que no siempre se podrán llevar a cabo pero que a pesar de todo no tienen miedo de atreverse a pensar.

Todos somos creativos, pero solo unos pocos nos atrevemos a implementar esa creatividad en la vida real, solo nos quedamos en un quizá se podría hacer esto o aquello, pero finalmente optamos por sumergirnos nuevamente en la rutina ya que la consideramos más segura. Sabemos que no vamos a sobresalir pero tampoco llamaremos demasiado la atención, de manera que en épocas de crisis seremos de esos profesionales que no molestan por ser conformistas con todo aquello que se nos exige.

La creatividad se caracteriza por la adaptación que consiste en un proceso de mejora de algo que ya existe y la innovación que consiste en un proceso de crear algo nuevo o por lo menos que se distinga de todo lo que ya existe.

El miedo al fracaso es lo que nos paraliza y no nos deja innovar. Todos los individuos cuentan con valores o talentos diferentes y deben asumir la responsabilidad de utilizarlos de la mejor manera posible. Además, debemos vencer el temor al fracaso y al ridículo. Todos aquellos individuos que han trascendido previamente han fracasado pero tenían fe en sí mismos y en sus ideas.

El mundo sería mucho más hermoso y fructífero si en vez de juzgar al otro por atreverse, todos nos atreviésemos a embellecerlo y hacerlo cada día un lugar más confortable para vivir.