Las cosas cambian si queremos cambiar

Cuando nos despertamos ya comienza nuestra tarea de decidir, rechazar, hasta desear.  Y lo hacemos de manera inconsciente, mediante el hábito o ritual que establecemos para comenzar nuestro día.

Lo que a veces no entendemos es que nuestro cerebro absorbe continuamente nuevos conocimientos, que los toma sin siquiera consultar, se moviliza, investiga lo que ocurre alrededor y aprende, incorpora nuevos conocimientos y se apoya en los anteriores.

Cambiamos, nos transformamos de forma evolutiva. Si hoy no puedo viajar en subte, por ejemplo, aprendo otra forma de llegar, siempre aprendo, incorporo nuevos conceptos que se combinan con otros que aprendí en otro momento.

Simplemente nos adaptamos a nuestro entorno y seguimos delante de la mejor manera, apoyándonos en lo que ya sabemos y en lo que estamos aprendiendo.

Darwin ya consideraba que: “no es la más fuerte de las especies la que sobrevive y tampoco la más inteligente. Sobrevive aquella que más se adapta al cambio. En la larga historia de la humanidad (incluso de la especie animal), son aquellos que aprenden a colaborar y a improvisar los que más probabilidad de prevalecer tendrán”.

Así como diariamente, cambiamos, casi sin notarlo, las instituciones tienen la obligación de analizar su entorno y cambiar según sus exigencias, de no hacerlo, engrosará el número de aquellas organizaciones que pensaron que ya tenían todo resuelto, que su fórmula era imbatible, cuando en la realidad no fue así y por lo tanto desaparecieron.

En realidad el ser humano desde su aparición en la tierra fue mutando, adaptándose a su entorno, evolucionando. Los humanos somos supervivientes que aprender a sobrevivir incluso en entornos poco favorables.

Nuestras instituciones suelen pasar por momentos desfavorables que producen pérdidas de activos tangibles e intangibles y la única manera que pueden sobrevivir es mediante la inteligencia, competencia y creatividad de sus recursos humanos.

El miedo paraliza, el pensar que ya no hay nada más que aprender, que lo que logramos es lo máximo y no se puede superar, el no entender que el cambio está aquí, que siempre lo estuvo en el desarrollo de la humanidad, estas premisas falsas son las que provocan el fracaso tanto de una institución como de un profesional.

Como decía Heráclito “lo único constante es el cambio”, siempre estará presente en nuestra vida y debemos aceptarlo y acompañarlo. Todos los días aprendemos cosas nuevas, como realizar un procedimiento o mejorarlo, como solucionar un problema de manera creativa, si consideramos que ya no hay nada más que aprender o tememos que las cosas cambien nos quedaremos en el tiempo, sin poder avanzar, sin poder progresar y en especial sin poder continuar con nuestra vida.