La salud mental de los bibliotecarios y de los usuarios

La segunda ola de coronavirus nos obligó a cerrar nuevamente las puertas de las bibliotecas,  por eso volvemos a brindar nuestros servicios virtualmente.

¿Qué nos pasa y qué les pasa a nuestros usuarios? Si bien tenemos más confianza, afloran nuevamente los mismos miedos del 2020. Y a pesar de que estamos llegando al final del confinamiento más estricto, sabemos que aún la pandemia no termina y nos seguirá afectando todo este año.

El aislamiento preventivo y obligatorio nos ha llevado a experimentar incertidumbre y angustia, así como un sentimiento de responsabilidad social que nos obliga a cuidarnos para cuidar al otro.

Las bibliotecas de puertas cerradas no dejan de brindar servicios, solamente hemos cambiado de espacio, ahora, quizá podemos llegar a más usuarios, incluso, muchos de ellos jamás podrán ir a nuestra biblioteca física porque viven en otras provincias o incluso, en otros países.

Muchas personas catalizan la angustia a través de un estado depresivo que los sumerge en la negatividad absoluta. Nosotros, como profesionales de la información también debemos batallar con esos fantasmas y seguir acompañando a nuestros usuarios. Desde el punto de vista laboral, nuestra situación es precaria e irregular. Desde casa tratamos de acompañar y orientar al otro, pero muchas veces nos sentimos desolados y necesitamos que otro, a su vez, nos ayude a salir de este estado.

En general, lo que nos ocurre, es que sentimos que ya no tenemos control de nuestra vida, de lo que sucede a nuestro alrededor, de tomar decisiones simples, y además, no sabemos cuanto más durara esta situación.

Por eso, nos sentimos vulnerables y nos invade un estado constante de ansiedad. Solemos comer de más, nuestros horarios de descanso se alteran, los usuarios nos exigen más, a veces en horarios insólitos e incluso en los fines de semana cuando en nuestro mundo anterior esos días eran de descanso.

Todo parece tan lejano, e incluso no vislumbramos que podremos regresar a nuestra vida normal, sino simplemente a una nueva normalidad que aún no sabemos muy bien como será.

¿Qué pasará? Nuestras salas, ¿volverán a estar rebosantes de usuarios? ¿Podremos dejar los barbijos e interactuar con más comodidad con nuestros compañeros de trabajo? ¿Volveremos a compartir con nuestros colegas y con los usuarios en las salas de las bibliotecas?

Son muchas preguntas, y aún hay muchas más, pero aún no tenemos respuestas.

En este mientras tanto, compartimos por meet o por zoom con colegas y usuarios, ese es hoy nuestro punto de encuentro. A través de nuestras páginas web ofrecemos servicios virtuales, recomendamos bibliografía de acceso abierto y a veces damos acceso a bases de datos de suscripción.

Por ahora nuestra vida cambio, y anhelamos volver al trabajo, a la rutina, a los viajes, a nuestras salas de las bibliotecas, a organizar actividades presenciales.

Indudablemente, esta nueva normalidad afecta el normal funcionamiento de la familia y a veces, cuando trabajamos nos sentimos incómodos, discutimos con niños, ancianos y mascotas porque hacen mucho ruido cuando tenemos una reunión, es como que hemos perdido el concepto de casa, ya que ésta se ha convertido en la oficina, y la verdad, no es lo mismo, es nuestro hogar y los niños, ancianos y mascotas tienen derecho a hacer ruido, a caminar por la casa, a su intimidad hogareña, en cambio, ocasionalmente, sin querer, aparecen en diferentes pantallas. Y a su vez, nosotros también, desde las nuestras, invadimos la intimidad del otro.

Todo esto interfiere con nuestro trabajo y con la buena atención al usuario. Estamos muchas veces irritados y todo nos molesta, y tenemos que entender que a nuestro usuario y a nuestros compañeros de trabajo les ocurre lo mismo que a nosotros. Esto suele producir el mismo tipo  de discusiones que a veces tenemos en nuestro hogar, con nuestra familia.

¿Qué podemos hacer para lograr un equilibrio y bienestar? No es bueno ese estar siempre mal.

Podemos intentar manejar las emociones, aceptarlas, reconocerlas, las nuestras y las de las otras personas, familia, usuarios y colegas.

Cuidar la comunicación con los demás, evitar trasladar nuestra angustia y tensiones al otro.

Ver esta situación como la oportunidad de conocernos a nosotros mismos de una manera más profunda, así como la posibilidad de conocer al otro desde otro ángulo.

Planificar las actividades diarias, evitando que se superpongan con nuestra vida familiar.

Volver a la rutina de que los fines de semana son para descansar, no acostumbrarnos, ni acostumbrar al otro a que estamos disponibles todo el tiempo.

Cuidemos, en esta época, nuestra salud mental.