Habilidades para el trabajo del futuro

El futuro ya está aquí, y la pandemia acelero el proceso. ¿Cómo será trabajar en el futuro? ¿Qué conocimientos deberá tener el profesional para asegurar su desarrollo laboral en un mercado que parece que será cambiante e inestable?

Es una duda recurrente que afecta a todos los profesionales. La vida en un contexto de cambio abrupto y continuo produce ansiedad e incertidumbre, a veces temor ante la posibilidad de no conseguir un empleo o mantener el que ya se tiene. Esta vida tan acelerada y desestructurada nos señala que las prioridades se modifican cada minuto.

El avance tecnológico y la pandemia son los denominadores de esta época, están amarrados y hermanados y son los que dictan las transformaciones de un escenario socia, económico, político y laboral sumamente frágil y difícil de transitar.

Las tecnologías se renuevan día a día y las que más conocimos y dominamos van quedando obsoletas, todo el tiempo tenemos que aprender nuevas maneras de realizar nuestro trabajo y de llegar a la máxima cantidad de personas posibles. En esta sociedad solo se valora lo que se aprecia y se difunde, lo que es inmediato y sorprendente, todo lo demás termina siendo irrelevante y absurdo.

Otra consecuencia de la pandemia es la aceleración de múltiples campos que repercuten en el ámbito laboral y que en definitiva son los que deciden si estamos o no capacitados para realizar determinados trabajos y detentar determinado cargo.

La transformación digital forma parte de todos los rubros laborales y de nuestra vida diaria. Ya no es una señal de estatus social, sino que es una necesidad imperiosa de supervivencia en ls diferentes tareas que emprendemos diariamente. Estos son aspectos que se complementan y conforman un combo importante en el momento en que las organizaciones toman decisiones respecto a su injerencia en  la sociedad y al tipo de personal que necesitan para tener una imagen positiva.

Todos los profesionales en los próximos cuatro años deberán ser reeducados o quedaran varados en el camino, nos acercamos con pasos agigantados a una sociedad tecnológica dependiente y en la que solo podrán interactuar aquellos que puedan tener suficientes aptitudes.

¿Y los bibliotecarios cómo desempeñarán una tarea en esta sociedad?

Muchos profesionales están capacitándose diariamente para no quedarse en el limbo de alguna estación, ahora, tenemos que pensar que estamos haciendo nosotros, los bibliotecarios, para continuar siendo un personal bien cotizado en el mercado laboral.

Se estima que hacia 2025 se eliminarán unos 85 millones de puestos de trabajo pero que surgirán unos 97 millones de nuevas oportunidades. Actualmente, desde las carteras educativas se habla de formar personas para trabajos que aún no existen. No obstante, nuestra profesión existe desde hace demasiado tiempo, y solo nosotros podremos hacer posible que siga existiendo por mucho tiempo más.

¿Cómo vamos a lograrlo?

Entre otras cosas, como muchos profesionales debemos fomentar la capacidad de reinventarnos. Por eso es importante el anticiparse a ese momento y llegar una de las profesiones que continuarán establecidas en la sociedad, o sea, formar parte de ese grupo atractivo de profesionales demandados y necesitados. Por eso es importante que cambiemos nuestra mentalidad y nos convirtamos en profesionales más flexibles, adaptables y permeables a los cambios. Soltar la mano del pasado para ver cuál es el futuro y cómo podemos contribuir.

Es necesario seguir capacitándonos, adquirir nuevas competencias y así seguir teniendo un espacio en la sociedad. Es hora, entonces, de escuchar que demanda el mercado laboral y que le podemos ofrecer.

Vamos a formar parte de los millones de profesionales que van a ser recalificados y reconvertidas nuestras funciones para no quedar marginados de este nuevo escenario.

Durante mucho tiempo hemos dicho que nuestra profesión es tradicional y que nada la iba a cambiar, pero ese tiempo ya pasó hace mucho y el ahora es dinámico, cambiante, desafiante. No es una cuestión de edad sino que es una cuestión de percibir necesidades, no nuestras, sino de la sociedad y adaptarnos a esas necesidades. La pandemia nos demostró que no siempre hemos estado a la altura de este nuevo escenario.

Entre otras cosas para enfrentar el trabajo del futuro necesitamos desarrollar un pensamiento analítico y de innovación, sin embargo, la carrera aún no se enfoca en esa necesidad. Indudablemente para alcanzar ese tipo de aprendizaje el profesional debe tener en cuenta que necesita priorizar el aprendizaje activo y el despliegue de buenas técnicas de aprendizaje. Todo el tiempo surgen nuevos desafíos y muchos de los que surjan aún los desconocemos, por eso, la única manera de ser profesionales útiles al sistema social es seguir aprendiendo, o sea, comprometernos a ser aprendices permanentes, teniendo que la nueva sociedad se cimentará en el aprender a aprender.

Además, que tenemos que enfocarnos en la resolución de problemas complejos, sin tratar de evadir diciendo que no hay presupuesto, que no hay personal, que no hay tecnología. Los empleadores cada vez pagan sueldos a aquellos que se quejan menos y pueden resolver problemas de la manera más creativa, positiva y eficaz, dentro de sus posibilidades.

También necesitamos profesionales que cuenten con un pensamiento sumamente necesario para desarrollar nuestras tarreas. Estas necesidades se unen a la creatividad, originalidad e iniciativa, ya tenemos que dejar de copiar ideas y aprender a generarlas de manera permanente de acuerdo el entorno laboral en que estemos. Todo ello nos lleva a que el nuevo profesional debe ser resiliente, tolerante al estrés y flexible, sin estas cualidades no podrá desempeñarse en el ámbito laboral.

El mundo laboral girará de ahora en más en un eje de dos preguntas:

  • ¿Qué es lo último que aprendimos?
  • ¿Qué vamos a aprender mañana?

Allí está la calve de la nueva empleabilidad.