“La mayor parte del tiempo no tengo Internet. Una o dos veces por día, a veces tres, me conecto para enviar y recibir mis correos. Releo todo antes de enviar”.

Richard Stallman,  gurú del software libre

Las nuevas tecnologías nos hacen estar pendientes del móvil, las noticias, las redes sociales, tanto en casa como en el trabajo. Estamos siempre conectados y disponibles, la pregunta que surge es ¿disponibles para qué?

Este ritmo de vida tan acelerado que hasta hace unos pocos años atrás no existía es super estresante y nos termina enfermando. Las nuevas tecnologías deben ayudarnos a tener una vida mejor, con menos riesgos en el trabajo, o sea, a alcanzar una mejor calidad de vida, pero de ninguna manera, nos debe convertir en esclavos.

Cuando viajamos en medios públicos la mayor parte de las personas están interactuando con su celular; cuando manejamos nos distraemos hablando o enviando mensajes de texto, sin tener una conciencia real de que podemos ser los protagonistas de un terrible accidente.

Muchas personas sufren de nomofobia, o sea, el miedo a no estar conectado, los síntomas básicos son sentir que el móvil vibra aunque no lo tenga cerca, estar estresado porque se terminó la batería, la pérdida de señal en ciertos espacios, etc. Por lo tanto, las personas que sufren de esta enfermedad sienten una gran ansiedad si no tienen su celular en la mano cuando se quedan sin crédito o la batería se agota; lo mismo les ocurre con su laptop o con su tablet. No obstante, muchos opinan que aun no se la puede considera como una enfermedad sino que es un síntoma de adicción ya que un nomofóbico no puede salir a la calle sin algún dispositivo que le permita conectarse todo el tiempo.

Se trata de una adicción grave a las nuevas tecnologías, de modo que la tecnología pasa de ser una herramienta que le permite alcanzar una mejora calidad de vida a una herramienta que lo somete y esclaviza.

No obstante, hay una tendencia en el mundo hacia la desconexión. Es necesario para preservar nuestra salud. Tenemos que tener en cuenta que hoy los cambios son sorpresivos, los acontecimientos suceden y nos da la sensación de que nunca llegamos a tiempo, la vida acelerada nos hace descuidar nuestra alimentación, no disponemos de mucho tiempo para “vivir” si estamos o necesitamos estar conectados todo el tiempo.

La tecnología tiene que facilitarnos la vida, ayudarnos a conseguir nuestros objetivos pero no a vivir pendientes de una actualización en la red social, de una llamada, de un mail, de una notificación en la red. Si estamos atados a estos posibles acontecimientos dejamos de vivir nuestras propias vidas para vivir las de otros.

La tecnología debe ser empleada en casos importantes como el inicio de estudios a distancia, comunicarnos con seres queridos que están en otros países, en salvar una vida mediante una alerta, por medio del uso de aparatología que permite diagnosticar a tiempo alguna enfermedad, etc. Entonces, la tecnología debe estar a nuestro servicio y no nosotros al suyo.

Estamos a favor del uso adecuado de la tecnología, pero no caer en adicciones innecesarias. No pretendemos estar desconectados totalmente; la tecnología nos permite estar más cerca de aquellos que no lo están geográficamente, e incluso conocer a nuevas personas a través de la red, que de otra forma jamás habríamos conocido. La tecnología forma parte de nuestra vida, pero eso no significa que debamos anclarnos a ella; tenemos la obligación responsable y sana de vivir, disfrutar de nuestra vida y de apoyarnos en la tecnología para que la vida sea aún más maravillosa de lo que hasta el momento ha sido.